Iglesia de san Lorenzo, Úbeda, con los 5 sentidos. ¡Por tercer año consecutivo!
Cóctel al atardecer en su fascinante balcón natural sobre el valle del Guadalquivir. Incluye: Degustación de seis presentaciones gastronómicas, aperitivos o tapas con la firma de La Cocinita de Anita basadas en la cocina de mercado, los productos de temporada más frescos y de mejor calidad, siendo siempre protagonistas el sabor y una cuidada presentación. En cuanto a la bebida incluirá cervezas con y sin alcohol, vinos tinto y blanco, vino de verano y agua. La bebida se servirá hasta agotar existencias.
Más información y reservas: Iglesia de San Lorenzo (Lola): 953128944. La Cocinita (Antonio): 610 526716 y Fundación Huerta de San Antonio (Manuel): 619 889054.
#Si bebes algo diferente o padeces algún tipo de alergia o intolerancia alimentaria, indícalo al hacer tu reserva. #La bebida se servirá hasta agotar existencias. #Comenzamos justo antes del atardecer, finalizamos a las 23:45 h aprox.
Pero ¿qué se ve desde el mirador de san Lorenzo? El espectacular mirador de San Lorenzo, volcado sobre el ancho valle del Guadalquivir, está ubicado en el histórico adarve de una muralla almohade, alzada en el siglo XIII entre robustos torreones defensivos. Desde ella se otea un grandioso paisaje, poblado de huertas rumorosas y de cortijos blancos, ahogados por un manto prieto de olivos sobre el que dibujan estelas antiguos caminos polvorientos. El paisaje se dilata al fondo con el oleaje azul y violeta de las serranías que lo abrazan. Por el este sierra Mágina, con el monte Aznaitín y el caserío blanco de sus pueblos derramados sobre las empinadas laderas. Al frente, en lontananza, las crestas altivas de Sierra Nevada. Y, por el oeste, las fragosas sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, teñidas al atardecer con el ocre intenso de los últimos rayos de sol, que bañan, también de color dorado y bermellon las torres y cúpulas del casco histórico de la ciudad de Úbeda, hasta que el sol declina. El paisaje, entonces, es como un gran lago, lleno de quietud y serenidad, esperando anhelante la llegada de la noche para vibrar, de nuevo, con el murmullo del agua contenida, con el canto de los grillos, con la dulzura envolvente de la brisa y el titilar de las luces a lo lejos.
