Hablar de identidad es un ejercicio complejo para las mujeres en nuestros días, más aún cuando a ésta se le suma la maternidad. Somos madres con una carga histórica de varios siglos, atravesados en su mayoría por una posición de desventaja para las mujeres. Somos como ciudadanas y madres, el compendio de nuestras abuelas en la guerra, nuestras madres en la dictadura y nosotras mismas en un tiempo no menos convulso, pero sí con algunos derechos adquiridos. Podemos decidir sobre nuestra reproducción, no obstante todos nuestros modelos pertenecen a los que nos preceden y chocan a menudo obligándonos a repensarnos. Nunca en nuestro árbol genealógico las mujeres fueron más libres; no obstante, nos atraviesa el ADN, nuestra mentalidad es un equipaje difícil de abandonar.